Perder es ganar

Este fin de semana he leido en el Magazine de La Vanguardia una reflexión acerca de la competición deportiva muy acertada bajo mi punto de vista, ya que todos tenemos, siempre, parte de ganador y parte de perdedor. Dice así:

“La importancia de ganar al otro. El deseo de quedar, llegar, ser, el primero. Lo importante, quizá, no sea quedar por encima de los otros sino recibir honores, ser honrado. Cuando el deportista alza los brazos, recibe el trofeo, se pasea por la pista, se sube al podio, recibe felicitaciones y aplausos, se siente situado en un puesto especial, el más deseable, se convierte en un triunfador, en un símbolo. Es el éxito en sí. La meta en sí.

¿Qué papel tiene el adversario, los otros competidores, los que pierden o llegan después, los que son descalificados? Son el coro. Lo que hace posible el triunfo. Sin ellos, no habría ni batalla ni grandeza. Pero han tenido la oportunidad en sus manos, han acariciado, en sus pensamientos, al menos, el triunfo. Han podido convertirse, ellos, que ya han sido desechados, en el símbolo de todos. La grandeza de la competición está en ese juego personal, en el momento anterior al triunfo. Si no existe esta posibilidad, no hay triunfo, no hay nada.”

Cuando se aplaude al ganador, al que llega el primero a la meta, se aplaude, en realidad, al perdedor, porque si no hay un perdedor no hay un ganador. Con lo cual, la manida frase de "lo importante es participar" no es tan banal como parece...